martes, 18 de enero de 2022

HOY NO HAY CATEQUESIS

 


Los martes de seis a siete de la tarde, en la Parroquia, hacemos la catequesis de los niños para la Primera Comunión. Son pocos los que están inscritos en parte por la pandemia pero también y sobre todo porque los colegios religiosos que rodean a la parroquia los absorben: algo que no está nada claro y que arriba, los de la jerarquía eclesiástica deberían tomar medidas.

 

Esta tarde al abrir las puertas de la iglesia para comenzar la sesión de catequesis los catequistas y yo nos hemos encontrado que sólo ha acudido uno. Luego nos hemos enterado que el resto no ha venido porque están confinados. Ellos mismos o sus hermanos o sus padres tienen el coronavirus.

 

¡Que terrible! Cuando empezó esta pesadilla este maligno virus era casi mortal. Era como una nube negra y pesada que a quien cubría, como el Ángel exterminador de Egipto, lo fulminaba. Ahora se ha convertido en una nube ligera que lo abarca todo como si fuera una niebla que penetra en todos los rincones: nuestras casas, escuelas, teatros, iglesias, y más. Aunque ya no tan mortífera, sigue asediándonos con su amenaza y a nosotros amedrentándonos. Se dice que ya va para abajo, pero… Con gran dolor y estupefacción, hemos aplazado la catequesis para dentro de dos semanas con la esperanza de que nos habremos despertado algo de este mal sueño.

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