jueves, 8 de marzo de 2012

La abstinencia, por ejemplo

Algunos aspectos de la cuaresma han sido siempre muy populares y está dentro del acervo cultural de nuestra sociedad. La abstinencia, por ejemplo. La gente se hace un lío y confunde el ayuno con la abstinencia. Ítem más, en seguida que se habla de ella, se habla de picaresca (los frailes medievales que metían en una charca a un cerdo y después “lo pescaban” para comérselo como pescado -¿leyenda urbana?-), de excusas –“¡es mejor comer marisco que carne”!-, de alternativas, pero me da la sensación de que lo comprendimos mal. Tenemos una concepción de la abstinencia reduccionista y muy poco penitencial. Puede sonar a chiste, pero podría tener serio sentido religioso. Pero si hemos perdido ese sentido religioso de la vida y la conciencia de pecado desparece, ¿para qué la penitencia?
Algunos hemos aprendido la abstinencia de nosotros mismos para todo el año con tal de preservar nuestra imagen y sin embargo no hemos aprendido la abstinencia de hacer daño al otro, de no sonreír cada mañana o de murmurar a las espaldas del vecino creyéndonos así menos hipócritas.
  
¿Cuál será la abstinencia que pide Jesucristo? ¿Seguro que solamente es no comer carne?


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