Algunos aspectos de la cuaresma han sido siempre muy populares y está dentro del acervo cultural de nuestra sociedad. La abstinencia, por ejemplo. La gente se hace un lío y confunde el ayuno con la abstinencia. Ítem más, en seguida que se habla de ella, se habla de picaresca (los frailes medievales que metían en una charca a un cerdo y después “lo pescaban” para comérselo como pescado -¿leyenda urbana?-), de excusas –“¡es mejor comer marisco que carne”!-, de alternativas, pero me da la sensación de que lo comprendimos mal. Tenemos una concepción de la abstinencia reduccionista y muy poco penitencial. Puede sonar a chiste, pero podría tener serio sentido religioso. Pero si hemos perdido ese sentido religioso de la vida y la conciencia de pecado desparece, ¿para qué la penitencia?
Algunos hemos aprendido la abstinencia de nosotros mismos para todo el año con tal de preservar nuestra imagen y sin embargo no hemos aprendido la abstinencia de hacer daño al otro, de no sonreír cada mañana o de murmurar a las espaldas del vecino creyéndonos así menos hipócritas.
¿Cuál será la abstinencia que pide Jesucristo? ¿Seguro que solamente es no comer carne?
¿Cuál será la abstinencia que pide Jesucristo? ¿Seguro que solamente es no comer carne?
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