viernes, 2 de marzo de 2012

La brava Missis Elizabeth

A la maestra missis Elizabeth Housebaun la conocí, tiempo ha, en unos días que pasé con su esposo y amigo mío en las Montañas Piryrocosas. Fueron día de esparcimiento en la acampada, donde su marido Jesse Kincey nos guiaba por desfiladeros y escarpes de montañas y donde mi habilidad para la caza nos proporcionó algún venado que missis Elisabeth, con cuatro hierbas y algunas bayas, cocinaba maravillosamente en el fuego.

Una de las últimas veces que la encontré, fue en la diligencia que la llevaba a River-Read City, donde iba encargarse de la escuela del pueblo. Yo había perdido mi caballo en un rifirrafe con los sioux y, con la silla de montar a cuestas, conseguí llegar hasta el camino de la diligencia, que paró para recogerme. De ese tiempo es la foto.

Missis Elizabeth es mujer de armas tomar. Aunque parezca una  maestra puritana es de ideas avanzadas y progresistas. Cuida magníficamente de su amado esposo Jesse y le ayuda en  más de un momento álgido. A mí me prestó esa ayuda, cuando me avisó de un grave peligro de vida. Amenazado a traición por los hermanos Dalton que me tendían una emboscada, desde el aula de la escuela donde enseñaba a los críos mocosos del pueblo, tiró contra los cristales de la ventana el borrador de la pizarra que era de madera. El ruido hizo revolverme rápidamente y disparar al traicionero cuatrero que estaba a mi espalda. Resultado: un hermano Dalton menos, un cristal roto que por cortesía pagué yo, puesto que The Consellery of Education estaba de recortes y un motivo más para darle gracias a Missis Elisabeth por su bravura, su oportunidad y su amistad.

Ahora que va celebrar un cumpleaños muy significativo, desde aquí la felicito.

1 comentario:

  1. Desde la mismísima estepa rusa, yo Her Basilovich, suscribo todo los publicado de Missis Elizabeth, ya que antes de dedicarse a su trabajo de maestra en River-Read City, anduvo por estas tierras cazando avutardas de 20 kilos.

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