“Una esperanza guarda el árbol: si es cortado, aún puede retoñar, y sus renuevos no le faltarán. Pero el hombre que muere queda inerte, cuando un humano expira, ¿donde está? Se agotarán las aguas del mar, un río se sumirá y se secará, pero el hombre que muere no se levantará.” Job 12, 7.10-11.
Carta a María Jesús Herrero,
que siempre estará en nuestras vidas.
Querida María Jesús: la muerte siempre nos sorprende. Pienso con tristeza que a ti también, aún cuando sabías del gran riesgo que corría tu vida al someterte a la intervención quirúrgica llena de riesgo e inevitable.
A Ximo, tu pareja y a Marta, tu hija, a toda tu familia, a los amigos que aún vivimos nos ha sobrevenido también está inesperada llegada de tu muerte. Nos ha unido entonces, un gran llanto, callado, un gran desconsuelo.
Por qué te hemos perdido, porque ya no vamos a tenerte a nuestro lado, porque ya no vamos a poder disfrutar del gozo de tu sonrisa permanente, de tu relajante compañía, del modo sereno y optimista de ver las cosas que siempre tuviste ante muchos momentos de tu vida, de tu saber hacer en el cargo de directora del Instituto “El Clot”, donde juntos trabajamos, de tu compasión y reacción ética que siempre tuviste cuando conociste alguna injusticia, de alguna tropelía de las que está llena esta sociedad en la que vivimos y que a nosotros ya mayores nos cuesta tanto comprender.
¡Te veíamos tan llena de ilusión viviendo los años de tu jubilación de tu dedicación, completa a la enseñanza! ¡Te sentíamos tan pletórica de gozo cuando nos hablabas de tus nietos! Y eso se nos contagiaba a todos y a mí especialmente que he tenido que pasar por un tiempo muy difícil y amargo en mi vida.
En abril de 2023, vinieron a verme al sanatorio de Porta Coeli, donde estaba empezando todavía mi rehabilitación, mis compañeros Instituto y amigos Vicente , Pilar, nuestra llorada a María Jesús y Xim
Sin duda tu ternura y cordialidad, tus ganas de vivir se me contagiaron, y fueron una esperanza para mi vida… Y también para todos los que ahora me estáis leyendo.
No es vano el consuelo que buscamos queriendo pensar que aunque te has ido, tú estás muy cerca de nosotros. Es una gran verdad: tu testimonio, tu ejemplo, María Jesús, tu amor, a los tuyos y a tus amigos se han quedado para siempre con nosotros y tus esfuerzos por hacer un mundo mejor a través de la enseñanza de la filosofía, es como una energía que nunca se pierde, sino que se va a transformar en aliento y coraje para los que somos tus amigos.
Nos llena de orgullo, saber que tú has vivido tu vida como un tramo de eso tan largo que es la eternidad. Continuarás en ella y también continuará siempre en la memoria de nuestro corazón agradecido. Por eso deseo que nada de tu vida se pierda que continúes viviendo en tu familia y en tus amigos, que respetemos lo que para ti era sagrado y que tus buenas obras nos sirvan de ejemplo y estímulo ahora que ya estás muerta.
Un abrazo, querida María Jesús, desde esta orilla en la que todavía habito.
José Luis Barrera Calahorro