Hay quien cree que el hombre cuando se arrodilla, su talla como ser humano es mayor ante Dios, Y que va a ser escuchado atentamente en su oración.. Pero eso, no es en absoluto verdad. De hecho en muchas religiones, es la postura de pie la que se usa para rezar o para dirigirse a la trascendencia: Jesús, como buen judío, solía hacerlo de pie, aunque, como cuentan los evangelios, algunas veces lo hizo tendido en tierra, pero no porque se sentía oprimido por un dios, sino porque andaba abatido por la represión y las amenazas y asechanzas de sus enemigos. ¡La pesadumbre era tan fuerte que él se revolcaba en el suelo al rezar!
La iglesia en la liturgia después del concilio Vaticano II ha vuelto reivindicar esta postura en los actos litúrgicos, pero el movimiento de retroceso que cada vez parece más potente -pese a la voluntad progresista el papa Francisco- pretende a muchos a obligarnos a muchos pensar que es la postura de rodillas, -abatimiento y humillación ante dios- la mejor para hacer oración. Pero no es así, pienso que dios nos quiere tal y como nos hizo y escucha nuestra oración mejor de pie porque no hay que quitarle nada al hombre para dárselo a dios.
Siempre he sido respetuoso cuando era párroco, con las distintas posturas que los fieles solían adoptar en los actos litúrgicos. Todas las posturas valen y yo he rezado siempre como he creído que así me acercaba mejor a Dios. Pero no me gusta el significado de ponerse de rodillas, porque me da la sensación de de que le quita importancia al hombre, para dársela a Dios. Y Dios nos quiere como somos, seres humanos, que precisamente hemos sido los primeros animales que hemos aprendido andar con las dos extremidades.
“No crees en las revelaciones
y sin embargo,
¿qué esperas, aquí, de pie
en mitad de un día cualquiera?:
sostenerse erguido ya es una forma de creer”
