Juan Huélamo, a mi lado, con Ximo y Enrique.
La semana pasada falleció Juan Huélamo, un amigo personal de cuya amistad pude disfrutar cuando estuve de párroco en el Cabanyal. Colaboró eficaz y constantemente y día a día, con la Parroquia de los Ángeles. Era un hombre muy sencillo pero muy generoso. La Semana Santa Marinera era para él su gran amor.
Estaba siempre presto a arreglar tanto “un roto como un descosido”. Fue Presidente de la Junta Parroquial de la Semana Santa de Los Ángeles durante muchos de los años en que yo fui párroco. Y sus años de Presidencia no fueron simplemente por buscar el brillo de un cargo, sino como un servicio constante a todos. Aunque en estos últimos años su salud era muy precaria, siempre lo recordaré como ese gran amigo callado y silencioso que estaba dispuesto siempre ayudar.
Por eso quiero que quede constancia en este mi blog, ahora que lo he abierto de nuevo, de esta persona que en el silencio y la sencillez, pese a sus contradicciones -y quien nos las tiene?- pasó haciendo el bien. Descanse en paz y que desde la otra Orilla donde estará, interceda por nosotros.
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