Los campos baldíos que rodean los alrededores de la ciudad de Lliria, están llenos del esplendor de la primavera: flores silvestres de todos los colores adornan como una alfombra oriental e imposible sus afueras.
Me han traído un puñado de ellas con las que yo he hecho este ramo hermoso y las he colocado en un jarrón del salón para adorno de mi casa. Ni Van Gogh, ni Gustav Klimt se las hubiera imaginado.¡Qué precioso regalo!
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