lunes, 9 de noviembre de 2015

Gilet, en la Sierra Calderona: ¡qué cerca del umbral!


Estuve la semana pasada en los Pirineos, concretamente en el valle de Tena. Fue una breve escapada de dos días. Allí uno quedaba sobrecogido por las soberbias cumbres de los altos montes que ya comenzaban  a coronarse del blanco de las primeras nieves. El paisaje de otoño, pintado de colores rojos, ocres y amarillos te dejaba impactado hasta el delirio. Los arroyos y torrentes, adivinando ya la parálisis de sus primeros hielos, corrían por las laderas, saltaban por las torrenteras. Tal es la belleza de la alta montaña y que siempre se queda en el recuerdo de tu corazón. Cuando yo ando muy agobiado y estresado, acudir a la memoria de esos paisajes es un auténtico alivio.



Ahora estoy en Gilet, en la Sierra Calderona, haciendo ejercicios espirituales, alojado en el monasterio de Santo Espíritu, en medio de sus hermosas montañas, menos espectaculares que las de los Pirineos, pero con igual encanto, y aliento de paz. Sales a pasear y por los caminos sólo se oye el leve y continúa zumbido de las abejas, volando de una a otra flor para libarlas. El brezo, el romero, tomillo están todos en flor. Las “varas de San José”,  el "raim de pastor", el "margalló", las carrascas, las jaras, las murtas  y el esparto, han reverdecido gracias a las copiosas lluvias de hace unos días. Estamos en otoño, pero parece primavera. El silencio es total, y el día soleado, apacible, agradable. A lo lejos, se oyen voces humanas que parecen dar alma a las laderas de los montes tapizados de pinos verdes. (Gilet está a 30 km. de mi casa).

Qué fácil es aquí, junto con la oración y la meditación, encontrar tranquilidad y sosiego. ¡Estoy en el umbral de la Zona, casi en el paraíso!

No hay comentarios:

Publicar un comentario