Acabo de salir del cine y todavía me estoy partiendo de la risa que me ha provocado ver la película"Mi querida cofradía". Es una película muy sencilla, clara y entrañable. No es una obra maestra del cine, sino una cinta hecha con gran dignidad donde su realizadora ha mostrado con todo cariño y también con cierta acidez el mundo de las cofradías de la Semana Santa Andaluza. Un discurso feminista que se entronca con la aspiración de dignidad e igualdad para todas las mujeres de hoy y que también se dirige a la mujer en la Iglesia. Las cofradías son la excusa para hacer una crítica de ese machismo arcaico que aún existe en la sociedad y a la vez para poner en tela de juicio el ansia de poder y relevancia que muchos varones buscan detentando el cargo de Hermanos Mayores o Presidentes de esas asociaciones civiles o religiosas. O sea, mandar y mangonear.
A mí me ha gustado la película por su sencillez y porque también me ha recordado viejos tiempos en los que yo andaba, por deber pastoral, sumergido en el mundo de las cofradías de la Semana Santa Marinera de Valencia en El Cabanyal. Conflictos y dificultades que viví con preocupación y enfado pero también satisfacciones y alegrías que fueron capaces de borrar y endulzar lo que podía ser amargo. Al final queda siempre la satisfacción de haber ayudado a mucha gente sencilla a vivir el Evangelio de Jesús a través de la siempre difícil y contradictoria religiosidad popular.
Un consejo: emplead vuestro tiempo pasando un buen rato viendo “Mi querida cofradía”.
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