Aquí estoy Señor, doblado
como un signo de interrogación
que espera la respuesta
al ritmo urgente del deseo tan tirano.
Endereza mi pregunta y hazla
un signo de admiración agradecida.
Aquí estoy Señor,
hueco como la palma de la mano,
hecha un cuenco para recibir el agua
sin demora.
Distiende mis dedos de mendigo ansioso
en un ágil gesto de baile y alabanza.
Aquí estoy Señor,
curvado como un anzuelo
que busca afilado
con su seguridad de acero
la presa tangible como pago justo
a su esfuerzo tenso.
Ablanda mi rigidez
en el suave mecerse del sedal sobre las olas.
Aquí estoy, Señor, acogiendo tu don,
la alegría y la paz de tu misterio.
Benjamín González Buelta, sj
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