¡… Pues, 80 años, ni más ni menos! De verdad, yo pensé que no llegaría a cumplirlos, después de la gravedad de mi enfermedad. ¡Me siento, cada día, vivir de prestado! El jueves pasado, el mismo día que los cumplía, en un estupendo restaurante de Ribarroja (llamado “REBÓ” y escribo aquí su nombre, porque os lo recomiendo) 33 amigos se reunieron para rendirme un sentido homenaje, por tantos años cumplidos, y además, haciendo presente la memoria de mi amistad con todos ellos.
Después de una cena estupenda, vino la tarta y los brindis con cava. Yo pronuncié muy emocionado, unas palabras, de agradecimiento a estos amigos que, en un día laborable, cuando muchos de ellos tenían que volver al trabajo bien temprano al día siguiente, se reunieron para celebrar el festejo conmigo. No puedo estar más que totalmente agradecido y emocionado por el afecto, y cariño, que ellos me han mostrado.
Ahora recuerdo todas las experiencias sobre todo en mi juventud que tuve en mis relaciones con ellos. Luego, a muchos de ellos, les bauticé a sus hijos, o les di la primera comunión, incluso también les acompañé en el entierro de algunos de sus familiares. Estos queridos amigo, abanderados por Jesús, e Isabel lo siempre, amigos fieles, han formado mi segunda familia, y en estos tiempos de soledad, después de mi grave enfermedad, en mi convalecencia, ¡me siento tan acompañado de ellos!
Pido al buen Dios que su cariño nunca me falte y me llene de gozo su amistad. Pido que Dios los bendiga porque son capaces de compartir en su corazón, conmigo, sus gozos y alegrías y también, sus penas y tristezas. Que el Dios en el que creo que es el Dios de la vida, los llene de emoción y esperanza.
Haznos abiertos y acogedores
para que nos aceptemos como amigos
como el perrillo reconoce a su amo.
Haz que podamos permanecer en el abrazo
como amigos, en el hogar de la amistad,
durante toda nuestra vida.
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