¡Pues resulta que algunos de nuestros ministros-as también tienen su corazoncito! Veo en la tele que algunos de ellos han derramado lagrimitas al despedirse del cargo. Es lógico: no se han ido ellos porque hayan dimitido, porque estaban cansados, sino porque su jefe los ha tirado.
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Miguel Ángel Moratinos ha sido el más llorón. Dos veces por lo menos oficialmente ha sollozado y llorado en tan triste (para él) evento. Él que cuando había algún conflicto era el último en enterarse y cuyo único merito (TVE oficialista dixit) fue el liberar a los cooperantes catalanes cuya operación de salvamento, -por lo que vimos en las imágenes- más bien parecía una juerga moruna.
De quien no tengo noticias si ha llorado o no, o sólo ha tenido alguna rabieta es de Bibiana Aido. A lo mejor llora más tarde, cuando se dé cuenta que ella ha sido la ministra que liberalizó de un modo total el aborto. ¡Vaya merito ante la historia!
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