Ayer fue la fiesta de Santa Cecilia. Fue una doncella que vivió hacia finales del siglo II y murió martirizada. Históricamente poco se sabe de ella. Hagiográficamente (esa mezcla de historia magnificada, tradición y leyenda mágica entreveradas) algo más y se la asocia con el mundo de la música.
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Los que me conocen saben que el cine es mi afición favorita. Pues no es del todo verdad: a una isla desierta yo me llevaría una sinfonía ante que una película. ¡Y eso que en música también soy un autodidacta!
Anoche, como homenaje a Santa Cecilia, estuve escuchando al Oda en el día de Santa Cecilia, de Henry Purcel. Esta mañana, nada más levantarme me he puesto en el reproductor la Misa a Santa Cecilia, de Charles Gounod: ha sido la mejor manera de empezar el día.
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