Como prometí en anterior entrada, os recomiendo unas películas que giran alrededor de lo que estos días se vive, que es recordar a nuestros seres queridos fallecidos. Son muy buenas películas, para aquellos que exigen del cine algo más que un mero entretenimiento: un motivo para reflexionar y despertar nuestras mejores emociones.
Ponette (1996 ) de Jacques Doillon.
Una niña ante la muerte de su madre
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Despedidas (Okuribito, Japón. 2009)
Una insólita y trascedente mirada a la muerte.
Daigo Kobayashi, un joven músico violonchelista de una orquesta que se acaba de disolver. Se queda sin trabajo y le es muy dificultoso volver a encontrar uno nuevo. Acaba vagando por las calles buscándolo y sin demasiada esperanza. Por ello, decide regresar a su ciudad natal en compañía de su esposa. Allí consigue un trabajo como empleado de una funeraria que utiliza un ritual religioso propio de Japón de prepara los cadáveres: limpia los cuerpos, los coloca en su ataúd y los envía al otro mundo de la mejor forma posible. Aunque su esposa y sus vecinos contemplan con desagrado este puesto, Daigo descubrirá en este ritual de muerte la chispa vital que le faltaba a su propia vida. Su labor se va a convertir en algo tan gratificante como tocar el violonchelo.
“Despedidas” tiene por título original que “Okuribito” que viene a significar algo más que despedidas. En francés sería “Departures”, (como en los aeropuertos) que además de ser lugar de despedidas es lugar desde el que se comienza un nuevo camino, arranque de dirección para una vuelo. Eso es lo que al principio el protagonista no llega a entender, cuando descubre en qué trabajo se ha metido, que le da aprehensión y reparo ante la sociedad y que después descubre como un oficio inmensamente humano y trascendente.
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