martes, 12 de febrero de 2013

Una revisitacion de "Solaris"



Acabo de ver la película “Solaris” que en el año 2002 realizó Steven Sodebergh. Me quedo admirado por una película que, cuando la vi, pasó prácticamente desapercibida, no sé si por mi admiración a la primera versión que se hizo de la novela del mismo título de Estanislaw Lem. Era una película de Andrei Tarkovsky, uno de mis directores favoritos de siempre.

Descubro en la versión americana matices e intenciones nuevas y distintas de las del ruso Tarkovsky quiso hacer en la primera versión. En efecto esta versión del 2002 parece pretender superar a “2001 una odisea del espacio” buscando trascendencias psicológicas íntimas, donde Kubrick las buscaba en el espacio exterior.

El final de la película por ejemplo es elocuente y francamente impresionante: el protagonista está en su apartamento en la cocina y se corta en un dedo con el cuchillo, se lava la herida que sangra y el agua hace que su herida cicatrice totalmente. Tiene ya otro cuerpo (que ya no es totalmente físico). A él se acerca su esposa. Él le pregunta: “¿Estoy vivo o estoy muerto?” .y ella le dice: “Estamos juntos; y esas preguntas ya aquí no existen. Todo lo que hemos hecho nos ha sido perdonado”.

Manifiestamente la película alcanza una auténtica lectura religiosa. Solaris es ese planeta que tiene vida propia, pensamiento propio, que crea lo que piensa .Solaris es la trascendencia, la otra vida, el lugar donde nuestros deseos y sueños se realizan.

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