Ayer estuve en los toros, a los que voy una vez al año. Me invitó un amigo que es crítico taurino en el periódico El País y en la SER.
No fue una tarde muy gloriosa:
los toros muy desiguales, las faenas de los toreros poco brillantes. La verdad
es que, a pesar de todo, me gustó. Además era una gozada poder preguntar
directamente a un experto, como es mi amigo Vicente, a algunas cuestiones que
yo, de los toros, nunca he entendido. Con mi cámara de fotos en ristre además
iba haciendo fotografías.
El ambiente de los aficionados a
los toros también es sumamente interesante: entre ellos casi todos se conocen.
Y parece ser que tienen muy buen humor. a mitad de corrida sacan sus
bocadillos, empanadillas y sus bebidas y meriendan muy a gusto, Mientras abajo,
en el ruedo, los toreros se juegan el tipo. Después merendarán.
Me llamó especialmente la
atención el sitio donde se colocan a los
periodistas. En aquel espacio estaban los plumillas, tomando nota minuto a
minuto de las distintas faenas que iban haciendo los toreros. Unos en
cuadernillos mínimos, otros en bloc de notas, otros incluso con el mini
ordenador. Todos preparaban su crónica taurina para inmediatamente mandarla a
las redacciones de los periódicos o llamar por teléfono y comunicar la crónica
por la radio. Fue una tarde, aunque algo fría y ventosa, muy entretenida.
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