En muchas parroquias, estas Navidades han sido un poco diferentes. La Peregrinación de Confianza del movimiento juvenil cristiano de Taizé , ha dejado
en un segundo plano algunas de las costumbres y tradiciones (hermosas y
entrañables, pero muy rutinarias) de la Navidad en las parroquias. Pienso que ha
sido para bien, puesto que nos hemos centrado mucho más en el encuentro personal con Jesús de
Nazaret, El Cristo, a través de la oración y la convivencia entre jóvenes y no
tan jóvenes, como son los miembros de las familias que los han acogido.
La organización (por lo menos en la parroquia que yo sirvo) ha sido
prácticamente perfecta. La general, también e impresionante: la saludable alegría
de los jóvenes por las calles, las dos inmensas carpas, los templosque fueron lugar de
oración común, llenos hasta la bandera,
en medio de ellos los cantos de Taizé que son en sí mismos ya oración más intensificada en el silencio (atronador) de tantos corazones jóvenes en relación confiada y amorosa con Dios, nuestro Padre
común. ¡Parece como si el mensaje de
Jesús estuviera todavía esperando a ser estrenado!
Estos
días hemos vivido, pues, la
experiencia de Taizé.Todos
coinciden en el gozo y la alegría de descubrir
que hay otro modo de vivir la fe en Jesucristo con profundidad, lejos de las
gazmoñerías de otros movimientos
cristianos. Sin rupturas pero también sin rollos ni
ritos obsoletos o inescrutables, sin personalistas mediaciones y libres de
instituciones fosilizadas. ¿No es eso lo que están pidiendo los jóvenes?
Nuestra Iglesia de Valencia debe tomar nota: yo, personalmente, las he tomado.
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