Aprovechando una
ocasión, he estado unos días descansando en Benasque, en lo más profundo del
Pirineo. Ahora ya estoy de vuelta en la ciudad, en mi trabajo parroquial,
cumpliendo con mis deberes que en julio y agosto son leves. Sienta muy bien el
romper unos días la rutina y descansar. Volveré ya otra vez, dentro de unos
días, para alargar mis vacaciones, Y así mitigar unos días el agobio del calor
veraniego y cobrar fuerzas para el curso que viene.
Romper la rutina,
cambiar de espacio físico es desde luego una buena fuente de descanso. Y cuando
esa actividad consiste en andar por sendas subiendo montañas, contemplar
hermosos paisajes, respirar aire puro, pasear por los frondosos bosques llenos
de silencio sólo roto por el fragor de las cascadas, el correr rumoroso de los
riachuelos y el canto de los pájaros, desde luego, me hace sentir un
privilegiado.
El valle de
Benasque y sus alrededores construidos por las más bravas montañas del Pirineo
ofrece todo esto y muchas cosas más. Vanamente intento a veces recogerlas en la
cámara fotográfica y cuyas imágenes captadas, después disfruto en medio de la
vida cotidiana y como alivio de la faena pastoral. Me siento muy feliz por
poder disfrutar con todo esto.
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