Esta tarde he pasado por la calle del Beato Gaspar Bono, junto a los muros del Jardín Botánico y al lado del templo de la parroquia de San Miguel y San Sebastián aquí en Valencia. En esa callejuela se suelen concentrar muchas personas necesitadas: vagabundos, mendigos, gorrillas… se refugian de noche con sus tiendas de cartón, en los soportales y en los huecos de la muralla del jardín botánico a pasar la noche.
Algunos han rebautizado esta calle como el callejón del hambre: hoy mismo había muchísima más gente que aparentemente no se mostraban como menesterosos: una larga fila de hombres y mujeres de todas las edades aguardaban la camioneta de reparto de comida que no sé que institución reparte. Con bolsas grandes y carritos se disponían a recoger los alimentos.
¡La cola del hambre! Una imagen que por desdicha vamos a ver constantemente. Me consuela ver también que hay muchos lugares e instituciones, y sedes de ONGs que están intentando dar respuesta a este grave problema que la economía hundida por la pandemia está provocando.
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