viernes, 26 de enero de 2024

MADRE E HIJO

 


Los vi el otro día, por la calle donde ahora, por causa de mi convalecencia deambulo forzosamente más despacio. Ello me obliga a mirar las calles que transito con mayor atención que si fuera un viandante normal. Ahora advierto las grietas, los baches y también la suciedad que hay en las aceras de mi querido pueblo que es Lliria.


Decía que los vi el otro día. Era la barrendera que se encargaba de recoger muchas cosas desagradables que los ciudadanos abandonamos en la calle: colillas, cacas de las mascotas y otras, más soportables, como son papeles, bolsas de plástico y demás. Colegí que la que estaba haciendo ese ingrato trabajo  era una mujer musulmana: vestía falda larga y velo en la cabeza.  


Pronto observé que detrás y a veces delante de ella, iba un niño de siete u ocho años subido a un patinete que impulsaba con el pie. La mujer de vez en cuando, al tiempo que recogía la basura y  barría, echaba constantemente la mirada sobre aquel niño. Era una madre y trabajadora que al no poder dejar a su hijo al cuidado de otra persona, lo llevaba consigo al trabajo. Enseguida me emocioné ante tal estampa que expresaba el amor maternal, y pensé de nuevo, lo difícil que es en estos tiempos que corren, la responsabilidad de la familia. Y sobre todo, el oficio de ser madres para las mujeres.


El niño adelantaba o retrocedía cn el patinete alrededor de su madre, alegre y dichoso por sentirse a su cuidado. Yo también estaba muy contento por ver a una mujer, inmigrante musulmana, a la que el la empresa del Ayuntamiento había contratado. Quizá sea un trabajo ingrato, pero muy digno.

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