sábado, 9 de marzo de 2024

FALLAS Y LÁGRIMAS


 





El año pasado
, por circunstancias de mi vida, no me enteré absolutamente de que en los primeros días de marzo empezaban a celebrarse las Fallas. Eran días de encierro en hospital.

 

Cuando vivía en Valencia, mi domicilio estaba en medio de una calle, en cuyos extremos (no más que a doscientos metros cada uno) se plantaban dos fallas. No podéis imaginar el bullicio continuo y el ruido estruendoso en las casi tres semanas que dura este evento festivo y que transforman en interminables los días de la celebración de las Fallas. Pero también, como a mí que me gusta respetar las costumbres, tradiciones, hábitos de los demás, he aprendido a campear las molestias (charangas, petardos a deshoras, verbenas que acaban a las tres de la madrugada, calles cerradas al tráfico…) que las agrupaciones falleras provocan. Y más cuando yo disfruto tanto del

 

Así pues, este mes de marzo ya convaleciente e incorporado a la vida cotidiana, también me he encontrado con cierta sorpresa, porque casi no lo recordaba que en la ciudad de Llìria, donde habito, también hay fallas. Y muchas de las agrupaciones falleras pasan por mi calle, pero la altura de la vivienda, en la que vivo y desde el balcón, me permite verlas desfilar a vista de pájaro y no padecer las molestias que acarrean. 

 

El sábado pasado, por no ir más lejos, pasó uno de estos desfiles. No eran muchos los falleros y acababan su procesión con una banda de tambores. Era muy destacable como aporreaban éstos: con un ritmo y un sentido de la composición magnífico. Hay que decir que los que componían la formació (todos muchachos/as jóvenes) resplandecían ilusión y entusiasmo.

 

Cuando pasaban, de pronto, me quedé más que sorprendido al ver que de mis ojos salían lágrimas que se precipitaban naturalmente hasta el suelo. ¡Estaba llorando, “su música” me llenó de emoción, porque pensé que esto, después de mi gravísima enfermedad yo ya no lo vería! Una y otra vez tengo que agradecer a Dios y a los amigos que le echaron oraciones por mí, que me sacaran del pozo donde había caído, para ver contemplar de nuevo la vida. 

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