Cena con unos amigos anoche al aire libre.
Aunque el día fue tórrido, una brisa fresca nos alegró la velada. El condumio
abundante, sabroso y delicioso. Un buen vino y abundante cerveza lo regó. (Yo
tuve, ay, que guardar mi estricta dieta). Pero disfruté mucho de la compañía de
tanta gente. Éramos
alrededor de veinticinco, todos amigos desde hace muchos años.
¿Qué celebrábamos? Pues y en primer lugar,
la entrada del verano que como veis ha entrado fuertecito. A los postres,
alguien propuso un brindis: resulta que el anfitrión de la casa que nos acogía en
este mismo día celebraba su doble nacimiento, por así decir, el que
le dio a luz y el que después de un gravísimo accidente, volvió otra vez a
verla.
Quien proponía el brindis y recordaba
aquellos eventos, habló de un alineamiento y conjunción de astros que protegió
la vida de nuestro amigo. ¿Era una simple forma retórica de hablar? Yo expresé
que al final nos vamos a creer eso de la astrología. Por dentro de mí
yo daba gracias a Dios por la vida plena de mi amigo. Y pensaba que nuestra
historia personal, siempre libre y autónoma, está escrita (aunque a veces no lo
entendamos) en las manos amorosas de Él.
Deo gratias!
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