La última película de Pedro
Almodóvar, “Julieta”, ha sido
seleccionada por la Academia Española del Cine para representar a España en la
89 edición de los Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa,
que se celebrará el 26 de febrero. “Julieta” nos cuenta cómo una mujer, al
tener noticias de su hija, de la que no sabe nada desde hace tres años, decide
escribir sobre ella durante el viaje en un tren, desde el día en que conoció a
su padre.
En cierta manera era de
esperar que la academia de cine español optara por la esta última película del director manchego, ya que es,
en este momento, el cineasta español más conocido en el mundo entero, y
especialmente admirado por los norteamericanos. Además, se lo merece: “Julieta”
es una espléndida película, más intimista que las anteriores de Almodóvar, sin
muchas de las ocurrencias a veces extravagantes y otras provocativamente
horteras de otras. Demuestra además que Almodóvar es, todavía, a un gran
cineasta, que tiene muchas cosas que decir, aunque a veces sus cintas vayan disfrazadas por
ese estilo visual que a algunos despista o enerva. Acercarse a su cine, sin
prejuicios, con ánimo abierto y liberal puede hacernos descubrir las muchas
cualidades artísticas y humanas que su cine, de escaparate frívolo, esconde.
Las otras dos películas que optaban
a esta denominación son “El olivo” -para mí una película "plasta", voluntariosamente
sermoneadora y con mucha moralina
dentro- y “La novia” –una bella y actualizada adaptación de “Bodas de sangre”
de García Lorca- , que yo hubiera preferido para optar al Oscar, por cuanto es
una película espléndida y, además, realizada por un director joven al que hay que
apoyar.
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