¡Felicidades, músicos!
De entre todas las artes, quizá sean la poesía y la música las dos más espirituales y las que más directamente te acercan a la belleza más profunda, que para muchos de nosotros es la Belleza de Dios. De entre las “musas” de todas las artes, Santa Cecilia, aquella muchacha que murió por testimoniar su fe, es figura admirada y venerada por los músicos. A ella se han dedicado maravillosas piezas musicales: escuchad, si no, la “Oda a Santa Cecilia” del inglés Henry Purcell.
Sí,
la música es para muchos de nosotros como un aire necesario que precisamos para
vivir. Y en nuestra Iglesia y su culto, la música es uno de los mejores
instrumentos para elevarnos hasta Dios. Sin embargo, religiones y sectas
religiosas fundamentalistas ven la música como obra del diablo (!?). También, desgraciadamente,
para algunos músicos (de rock) parece que su arte los aboca a la desdicha, a la
infelicidad, al nihilismo…
Desde
el mismo cine mudo, la música ha sido un elemento casi imprescindible en sus exhibiciones:
al principio un piano u órgano acompañaba las imágenes mudas y después, en el
cine sonoro, la música se introdujo como un elemento no sólo de adorno sino
también diegético o inherentemente esencial del relato cinematográfico.
Hoy
que es la fiesta de Santa Cecilia al empezar el día lo primero que he hecho es buscar en
yutub el introito de “La Messe des morts
“ de André Campra. Es algo sublime, que te eleva y te deja pasmado ante tanta
belleza. Es una de mis piezas favoritas (¡y eso que tengo muchas!!!!!) Después
he repasado en mi memoria muchas películas en donde la música es protagonista principal, filmes que narran
vocaciones artísticas musicales, procesos de formación de coros, conjuntos y
orquestas que suelen ser símbolos y metáforas del proceso espiritual de los
seres humanos para quienes la música a veces ha sido su terapia, su tabla de
salvación. De entre las muchas que podríamos citar: “Música y lágrimas”, “Los
niños del coro”, “Sonrisas y lágrimas”, “El pianista,”Todas las mañanas del
mundo” “Whiplash”, o la muy reciente “La ciudad de las estrellas (LA, LA Land)”. Estas tres son mis recomendaciones de esta semana.
CANTANDO BAJO LA LLUVIA. (Estados
Unidos, 1952) de Stanley Donen y Gene Kelly.
Convertir una película muda, al comienzo del cine sonoro en una musical. Un
reto que convierten en proeza unos actores con su productor, en una historia
divertidísima que nos muestra la importancia de la música en el cine y además
con bailes y danzas llenos de optimismo que ensancha el corazón. Una obra
maestra del cine de todos los tiempos.
EL ÚLTIMO CONCIERTO. (Estados Unidos, 2012)
de Yaron Zilberman.
Tras
25 años cosechando éxitos y gozar de fama mundial, y en plena preparación de un
concierto para celebrar su cuarto de siglo profesional, el futuro de un
cuarteto de cuerda de Nueva York recibe un duro golpe que puede poner en
entredicho su supervivencia. El violonchelista de la formación está padeciendo
los primeros síntomas del Párkinson Sensible y sutil, una historia triste
contada con sobriedad y sin empalago e imagen sincera de la vida humana.
EL RESPLANDOR DE UN GENIO (SHINE) (Australia, 1996) de Scott Hicks.
Basada
en la vida de David Helfgott, un niño prodigio, [Shine –Resplandor], examina su
tortuosa vida, desde su infancia dominada por su estricto padre, hasta llegar a
sus crisis nerviosas cuando es adulto. Cuando es aceptado en una prestigiosa
escuela de música en Londres, David se siente capaz de huir de su padre y
arriesgarlo todo por su única pasión, la música. Es un intenso drama lleno de superación,
solidaridad y esperanza a través de la música como liberación.
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