-La iglesia y los cambios de palabras.
Hay personas que se resisten a toda clase de cambios con respecto a sus formas, prácticas y ritos religiosos. “Cosifican” lo espiritual y lo que es por esencia inabarcable e inefable (la experiencia religiosa) lo tornan en algo muy concretizado y fosilizado. De modo que cuando desde arriba se decide realizar alguna transformación de oraciones o ritos para que puedan expresar más lo inefable del misterio que quieren señalar, esos creyentes se niegan en rotundo y acusan a su Iglesia de hacerles perder la fe. Cuando ésta, si es auténtica, siempre andará en camino de búsqueda y de adaptación. Por tanto, en constante renovación. Uno de los principios importantes de la religión cristiana es el que dice en latín”Ecclesia semper reformanda" es decir que la iglesia debe estar constantemente reformándose. Guardando el tesoro de lo esencial, que eso nunca muda. Lo demás puede ser cambiado.
En 1988 la Iglesia Española por indicación del Papa unificó para todos los hispanohablantes el texto de la oración del Padre Nuestro. Resistencias hubo, cuando sin embargo, las nuevas palabras incrementaban su bello significado y sonaban a un castellano de hoy.
Ahora el papa Francisco ha sugerido que la Iglesia de Francia cambie la frase del Padre Nuestro que en latín se decía" Et ne nos inducas in tentationem”” y que el texto francés traducía: ”Y no nos pongas en la tentación”, por una traducción que es la misma y equivalente al castellano: “Y no nos dejes caer en la tentación", pues aclara muy bien que no es que Dios nos ponga las tentaciones" (eso lo hace el demonio) sino que pedimos que Dios nos ayude para que nosotros podamos vencer la tentación.
En palabras del mismo papa Francisco: "Soy yo el que cae, pero no es él [Dios] quien me empuja a la tentación para ver cómo he caído. Un padre no hace esto, un padre ayuda a levantarse rápido. Quien te induce a la tentación es Satanás. Es el trabajo de Satanás"
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