Siempre estos días de transición del cambio de año me han provocado una gran melancolía. Es la experiencia del tiempo que pasa y la amenaza de que todo tiene que terminar. Pero no por eso voy a dejar de desear que el futuro año sea mucho más venturoso que el pasado que hemos sufrido. Os dedico pues este poema que hoy he escrito.
EL ÚLTIMO DÍA DEL AÑO
Te parece que has llegado
hasta el último día de este año infinito,
como se fuera una altísima cima escalada.
Y, sin embargo, es él quien hasta ti ha llegado
con el silencio de una serpiente ignota,
con el sigilo de un escorpión furioso.
Pues no son tus pies los que te han llevado
ni siquiera el pulso de tus venas,
ni el alterado pálpito de tu corazón.
Enseguida pretendes hacer balance
y como si fueras un viejo tendero,
ponderas cuál es su peso,
cómo es su textura,
y cuál es la ganancia.
No sabes que es él quien te ha conducido
por estos caminos de extravío
Solo él sabe qué es lo que ganar has podido,
y qué pérdidas lamentables te ha dejado.
¡Oh tiempo, quién te tuviera prisionero!
… Y en la boca reseca, con regusto cansado,
la sed que nunca cesa.
Tal vez mañana, tal vez mañana
brote el agua fresca
y el hombre reviva su esperanza.
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