Hoy ha acabado el otoño, y en su último día, en esta misma tarde que se ha ido, he escrito este poema. A vosotros lo dedico: la tristeza y la nostalgia del tiempo que pasa.
Última tarde de otoño.
Un libro abierto en la repisa de la ventana
se despide, con manos blancas
que el viento suave balancea,
de las hojas que en el suelo yacen.
Y en la mesa, olvidada,
una rosa ajada y sola
bebe del vaso de cristal,
a cuyo borde se agarra
por temor al naufragio.
Un rayo de sol, verde y postrero
que por la ventana entra,
parece apuñalarla.
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