Aunque yo personalmente casi no lo conocía –alguna vez le he
saludado y hemos cruzado algunas palabras- en este blog no quiero que pase
desapercibido mi homenaje a este sacerdote, callado y silencioso, humilde como pequeño de estatura,
pero un gigante entregado toda su vida (cuarenta años) a una pastoral misericordiosa,
difícil, pero necesaria: la de la atención humana y religiosa a los presos y
encarcelados.
Joaquín Montes Mollá
(el padre Ximo, como todos lo conocían) falleció la semana pasada (en
medio de las ausencias veraniegas) casi de tapadillo, como le gustaba actuar a
él. Sé que muchos presos y gente que trabaja en las cárceles sintieron su
partida: descanse en paz.
Siempre recordaré a este ser especial
ResponderEliminarte extraño PADRE XIMO !!!
ALGÚN DÍA VOLVEREMOS A VERNOS . . SI LO MEREZCO Y DIOS QUIERE
QUE ASÍ SEA .