Ayer estuve en Llíber disfrutando de la fiesta que este
pequeño pueblo de Alicante celebra en honor de su patrono San Roque. Llíber es
una población cuyas casas recostadas sobre la falda de una de las paredes montañas
del rio Pop resguardan el valle. Sus calles, algunas bastante empinadas albergan
a un vecindario tranquilo y feliz. (No en vano, aunque algo más separado, se ha
venido a vivir muchos ingleses y alemanes, cansados de sus cielos oscuros y
paisajes neblinosos). Las casas del pueblo están muchas enjalbegadas de cal blanca
y el casco urbano parece una paloma posada en la ladera del monte que contempla el mar verde de viñas que aterciopela la parte extensa y llana del valle. Un
pequeño paraíso.
Estuve en Llíber porque el párroco me invitó a que
pronunciara el sermón de la Misa Mayor de la fiesta de su patrono. Por indicación
de todos (y alivio) fui breve. Les dije entro otras, que San Roque, aunque
santo antiguo, que parece desfasado, es de rabiosa actualidad. Si en el bajo Medievo,
él se dedico a curar las enfermedades y llagas que originaba la epidemia de la
peste, hoy San Roque se hubiera dedicado a ayudar a los llagados por la
epidemia de los recortes económicos y la tremenda crisis económica que están padeciendo
los más pobres. ¡No hay que ser muy imaginativo! Creo que el sermón me salió bien.
Después los festero y autoridades salieron del templo con
una gran cantidad de enormes panes llevados en cestillos para repartirlos entre
el pueblo. Gesto simbólico, natural, de siempre y cristiano, que hace real aquello
del “pan nuestro de cada día”
Bonitos pueblos aquellos de la zona de la Marina, yo estuve en la Vall de Laguar y son pueblos preciosos, pequeños y con unas costumbres que parece que hayas retrocedido en el tiempo 20 años, las llaves en la puertas de la casa, amabilidad de los vecinos que en estos tiempos en las ciudades dista mucho.
ResponderEliminarEn definitiva son pueblos que invito a conocer y que a muchos de nosotros ni sabiamos que existian