El primer libro que
leí de Umberto Eco que ahora ha fallecido, fue “Apocalípticos e integrados”. Es el que más a gusto he leído, porque
me abrió los ojos para entender la cultura popular, e igualmente, me dio herramientas
mentales, que aún me sirven, para juzgar los medios de comunicación de masas.
Después, incentivado
por el éxito de la película "El
nombre de la rosa" leí el texto de la novela: me pareció un
batiburrillo de información histórica, cultural, literaria, filosófica, teológica…,
bastante indigesto. Igualmente la película (sobrevalorada) que se sacó del
libro, no soporta un nuevo visionado. Su éxito se debe (además de la presencia
formidable de Sean Connery) al original “mix” de géneros y época y lugares
(monasterios misteriosos, detectives a lo Holmes y Watson, frailes asesinos…).
Parece como si la novela y la película estuvieran hechas para hacer guiños a
los espectadores avispados y muy leídos y satisfacer al que los descubre su ego
intelectual de listillos. Algo parecido con lo que pasa en las películas de
Woody Allen…
El libro que después
empecé, se me quedó al inicio de su lectura, fue "El péndulo de Foucault" novela que no pase del cuarto
capítulo. Leí y usé su estupenda guía para universitarios “Como escribir una tesis”. Lo último que he leído ha sido "En qué creen los que no creen", un diálogo muy interesante entre
dos grandes inteligencias, Umberto Eco y el cardenal Martini.
Eso sí: he leído
con mucha delectación y aprovechamiento todos los artículos que el semiólogo ha
publicado en periódicos y revistas: son un verdadero placer. Los últimos años
de Eco se vieron sumidos en una cierta desesperanza sobre la cultura, en un pesimismo
radical. “Antes hablaban sólo en el bar
después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente
silenciados, pero ahora, [a través de las redes sociales] tienen el mismo
derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles". Eco, al diario La Stampa
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