El 22 de abril de
1616 moría Miguel de Cervantes Saavedra, el autor del mejor libro del mundo, el
"number one" de las letras españolas. Este año pues, se celebra el
centenario de su muerte. Parece ser que el Ministerio de Cultura se apresta a
las conmemoraciones. Como siempre, el buen lector se adhiere a este
acontecimiento, leyéndole. Para mí, entre mis muchas lecturas, leer el Quijote
(o sus "Novelas ejemplares", otro de mis libros preferidos) es uno de
los mejores placeres que me puedo dar.
Ahora estoy leyendo
un libro sobre la vida del autor del Quijote, escrito hace ya más de veinte
años por Andrés Trapiello: "Las vidas de Cervantes" que de un modo
muy ameno -usa un estilo entre epistolar y a veces coloquio” y que más que una
biografía semeja una novela. Desfila ante ti la vida del “manco de Lepanto”, al que resulta que no le faltaba el brazo,
sino que lo tenía inutilizado, lisiado, "seco".
Lo que más me
complace de esta original biografía de Cervantes es además de su estilo, las
referencias constantes de los textos cervantinos en la agitada y también
desdichada vida de del inmortal autor de "El ingenioso Hidalgo Don Quijote
de la mancha" que en su segunda parte cambiará parcialmente el título:
"El Caballero Don Quijote de la Mancha".
Os invito pues,
amigos, a que, venciendo al principio cierta dificultad del lenguaje propio del
siglo XVII, leáis uno de los libros más maravillosos de vuestra vida como os reireís
un montón, lloraréis si sois blandos, y os hará quedar admirados de lo
maravilloso que es soñar despiertos.
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