El Claustro de Santo Espíritu en Gilet |
La " hermana
muerte" (así la llamaba San Francisco de Asís) se ha llevado de este mundo
al hermano José Miguel Barrachina, fraile franciscano. Falleció casi
repentinamente el lunes y ayer se le dio sepultura. Yo estuve allí, en el
convento de Santo Espíritu del Monte, de Gilet, para despedirle como compañero sacerdote y también amigo.
Mi último rato con
él fue precisamente en el claustro, sencillo y muy hermoso, de dicho
monasterio. Estaba yo haciendo ejercicios espirituales en su convento. Ya era
muy mayor y su memoria comenzaba a tener muchos vacíos. Conversamos paseando un
buen rato aunque yo ya me daba cuenta que a veces sus palabras y pensamientos
se iban por otros horizontes.
Fue un fraile que
en su corazón se parecía enormemente a lo que pudo ser Francisco de Asís, el fundador
de su orden. Sencillo y afable siempre con una sonrisa acogedora que era una
caricia para aquel que se encontraba y hablaba con él. Poseía una vasta cultura
y la música había sido su afición favorita como hijo de Llíria que era.
La ceremonia de su
sepelio ha sido para mí muy emotiva. Éramos entre curas y frailes muchos
concelebrantes. También muchos los seglares sobre todo de Llíria, los que han
asistido. La belleza sentida de la liturgia católica de los funerales se ha
juntado también con el espíritu franciscano de la ceremonia. Después de la misa
de funeral hemos acompañado el féretro que guardaba los restos mortales del
padre Barrachina, rezando las letanías de los santos por el vial de cipreses
hasta el corazón del bosque conduce a la pequeña capilla-cementerio donde
recibieron sepultura junto a ptros frailes franciscanos que vivieron en ese
monasterio enclavado en ese rincón maravilloso de la sierra Calderona.
Descanse en paz
este buen fraile y mejor amigo.
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