viernes, 1 de junio de 2018

SABER DIMITIR




No entiendo nada de futbol. Tampoco me gusta. No admiro a su héroes. Pero, como persona que recibo mensajes de los medios de comunicación y permeable a ellos, me entero de sus historias e histerias.

Así que Zidane, el admirado entrenador del Real Madrid, ha dimitido de su cargo cuando precisamente estaba en la cresta de la ola de los éxitos y triunfos del  famoso club de futbol. La noticia, que ha coincidido con la tormenta política bajo la que hoy no puede guarecerse España, casi ha sido solapada  y desviada.

La dimisión ha sido, según declara Zidane, por la enorme presión que estaba padeciendo, porque ha visto que en las cosas de su actividad futbolística debe haber un gran cambio. Me consta que el técnico deportivo argelino-francés es un hombre de una ética admirable. Su trayectoria, cuando era un futbolista en activo era ejemplar. Su forma de estar ante las cámaras lo denota. 


Y aquí viene lo que a mí me hace pensar, aunque no sea nada “futbolero”. Que lástima que muchos de nosotros no sepamos captar este ejemplo: que llegado un tiempo, en nuestras vidas, en nuestras actividades, en nuestra profesión, no sepamos retirarnos a tiempo, demos paso a otros, entendamos que todos tenemos unos límites. Tal vez perdamos  fama, prestigio, mas oportunidades de triunfo, pero será un paso en nuestro autoreconocimiento, de sosiego, de no sentirnos interpelados y estresados por nuevos retos. Esto lo pienso, como algo personal que he de aplicar a mi vida y también pensando en las cosa que están pasando en la alta política, y sobre todo, en mi ámbito eclesiástico, donde muchos de nosotros parecemos tener el sillón pegado al cuerpo, porque creemos poseer una misión “divina” e irremplazable que cumplir.

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