martes, 18 de febrero de 2020

CELIBATO: ÉSA NO ES LA CUESTIÓN


No es con mucho, el celibato, una de las cuestiones más graves que le deben preocupar a la Iglesia (es decir a todos los creyentes, no sólo a curas u obispos, etc.). El celibato, cuya decisión de eximirlo por parte del Papa  Francisco para ejercer la misión de los curas,  como se pedía en el Sinodo de la Amazonia: ordenar, ante la enorme carestía de sacerdotes, a laicos casados de confianza para que atendieran a la población de cristianos en un espacio y lugar enorme e inhóspito donde allí seguramente malviven. Sin duda, el sentido de responsabilidad histórica (¿también las presiones?) ha provocado al decisión de dejar en dique seco tal proyecto. Hasta la próxima. Pero el problema es grave: aquellas lejanas tierras pueden ser pacto de sectas e iglesias de evangelio light o exótico.

Previamente al celibato hay una cuestión más que urgente y grave que la Iglesia aún no ha conseguido solucionar ni encontrar realmente el camino real de solución, por muchos paños calientes que se intenten colocar: El acceso con todas sus consecuencias de los laicos a la tarea de la evangelización, a la estructuración y construcción de la Iglesia. Incluso el delicado asunto del acceso de la mujer al sacerdocio queda en segundo plano. El día que los laicos con todas sus consecuencias y cuenten en igualdad,  tomen el poder (¡ojo! en el evangelio, poder es igual a servicio) y adquieran verdaderas  responsabilidades en la Iglesia, celibato jerarquías, clericalismos habrán desaparecido y el camino para la evangelización será expedito. Lo demás llegará por añadidura.

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