El domingo pasado, pude ver y disfrutar ”Vida oculta” de Terrence Malik en sala de cine donde hay que ver esta película y no en la pantalla del televisor debido a la grandeza de sus imágenes. Quedé conmocionado y todavía ahora, cuando esto escribo, me viene a la mente un montón de imágenes, músicas y sentimientos que revolvieron mi alma y parecen imborrables. Cuenta la vida, calvario y martirio de un campesino austriaco que llamado a filas se niega a jurar lealtad al Fürer.
Este personaje existió realmente, vivía en un pueblecito de un valle alpino, y fue ejecutado en Branderburgo en 1942. Las dos horas y media que dura la película se nos cuenta su vida tranquila con su esposa e hijos unidos entrañablemente trabajando en la granja, los problemas cuando surge el régimen nazi y éste entra en guerra, su encarcelamiento, torturas y por último, su martirio. Es un mártir del valor de la conciencia y Benedicto XVI lo beatificó durante su pontificado.
El perfecto y bello ensamblaje de imágenes, música, interpretación, discurso y reflexión nos llegan a reconocer que es una de las mejores y últimas películas de temática religiosa explícitamente cristiana. Dotada de gran belleza y ternura tampoco nos oculta las zonas oscuras de la ruindad y mezquindad de los vecinos granjeros, la cobardía de los eclesiásticos de entonces, los siniestros mecanismos de la pena de muerte.
A través del conflicto de conciencia iluminado por la fe religiosa “Vida oculta” analiza en profundidad el misterio de la persona humana. Ya lo decía E. M. Cioran: “La religión -en cuanto debate interior- es el único medio para horadar, para perforar, la capa de las apariencias que nos separa de lo esencial”. Cuadernos 1957-1972.
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