Y hoy comenzamos la Cuaresma, un tiempo clásico de la Iglesia Católica que algunos han fosilizado con normas y tradiciones: ayuno y abstinencia, sacrificios y penitencias, ejercicios piadosos, etc. Sin embargo, la Cuaresma no es solamente eso. Una vez más hay que remitirse a la religión interior, a la vivencia profunda de nuestra fe. La Cuaresma no tiene sentido si uno no se encuentra especialmente y en el fondo de nuestro ser con Jesús de Nazaret el Cristo.
La cuaresma es una experiencia del desierto como la que Él experimentó: enfrentarse a nuestros demonios interiores y después como recién nacidos, comenzar el camino de la vida.
No hace falta, como algunos quieren, que los medios de comunicación lo publiciten como anuncian que llega el Ramadán o el día del Año Nuevo Chino o el Yon Kippur.
Los procesos espirituales no necesitan propaganda. Mejor que los medios no hablen de eso puesto que, como siempre .lo trivializarán.
“Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante…” (Mt 6, 1-6 ; 16-18).
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