La perfección del ave. Se
murió mi mascota.
A mi mascota -un canario de color, en su infancia, amarillo
y rojo- la bautice, por eso de los colores nacionales, con el nombre de “Patriota”. Más tarde el rojo y el gualda se
trocaron en naranja. Cantaba con alegría, tesón e inteligencia. Siempre que me
ponía música de Bach, él la adornaba con sus largos trinos. Tenía una manía,
para arrancarse al canto emitía al principio unos sonidos que seguramente aprendió
de los que emite el teléfono fijo: yo iba loco y confundido acudiendo a coger el
teléfono.
Hace cuatro días se murió. Una patita se le llagó y no pudo
superarlo. Me lo encontré yaciendo muerto en la jaula. Nada hay más triste que
la contemplación de una avecilla muerta.
Hace dos años escribí un poema inspirado en su bello canto.
Es mi pequeño homenaje a “Patriota”, alguien que me hizo una gran compañía.
El trino
Ando siempre
buscando el verso
que despierte la
emoción y el coraje de la vida.
Su claridad, su
luz, la yema tierna de su alma.
Y escribo palabras
que luego borro,
frases que
enseguida tacho,
imágenes que me
abandonan
y metáforas que me
abochornan:
límite e
impotencia de palabras balbucientes.
De pronto, el
canario, el pequeño pájaro
que vive encerrado
en su jaula,
junto a la ventana,
prorrumpe en un
largo trino
potente, armonioso
y bello
¡Palabras y
frases,
imágenes y
metáforas,
silencio y silbos,
hermosura y
misterio de la vida!
“No la toques más, así es la rosa”.
24/8/19.
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