TTres cosas que
me gustan de la fiesta de la Virgen de los Ángeles.
Desde
bastante lejos de El Cabanyal, donde ahora estoy, mi mente y mi corazón están
ahora presentes en esa fiesta tan entrañable que los clavarios dedican a la
titular de la parroquia, a la Madre común de todo El Cabanyal.
Y hay tres cosas
que me llaman muy gratamente la atención.
Una: el entusiasmo,
la gozosa participación en los sencillos pero abundantes trabajos de preparación
de la fiesta, que dirigidos como siempre por nuestro común amigo Enrique ha
convocado a tantos hermanos de la clavaría. Hace unos años, se podía cotar con
los dedos de la mano, los que acudían a ayudar. ¡los mensajes del wasap también
han ayudado y mucho!
Dos: aunque con tristeza, la nostalgia y el recuerdo presente que todos tenemos de Miguel Prima y Ginés Muñoz, veteranos colaboradores y piezas indispensables que hacían posible el funcionamiento de la fiesta en tiempos más precarios. Se han ido los dos en este mismo año con la Virgen de los Ángeles. ¡Que descansen en paz, y desde aquí, nuestro gran agradecimiento!
Y tres: me sigue llamando la atención también gratamente que tengamos en esta nuestra entrañable fiesta para la veneración dos imágenes diferentes de la “Mare de Dèu dels Àngels”. Una la imagen grande, la que preside con rotunda solemnidad el templo de la parroquia, desde el altar mayor. Es bellísima y su conjunto mayestático: Ella, la Virgen con el Niño, san Francisco, los ángeles y su radiante aureola dorada… y la otra, más chiquita, aún más entrañable, casi en movimiento con su postura cimbreada y el alegre azul de su manto. La pequeña imagen que sale en la procesión y después es alojada en casa de algún clavario. Ambas son muy hermosas y ambas las llevo en el corazón.
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