lunes, 27 de mayo de 2013

Bodas de plata sacerdotales




Invitado por un amigo ayer participé en sus bodas sacerdotales. Celebraba veinticinco años de ser ordenado sacerdote, y a la ceremonia, la solemne Eucaristía, acudieron un montón de sacerdotes. Ni qué decir tiene que, también de amigos y feligreses, la iglesia estaba a rebosar.

La  solemne Misa duró ¡dos horas y media! y estuvo llena de alegría, con el bullicio de los niños alrededor del altar y las músicas de los "kikos"..

Fue muy emocionante por cuanto el sacerdote que celebraba las bodas de plata está en estos momentos tratándose de una muy grave enfermedad. A alla aludió abiertamente,  sin tapujos en la larga homilía. Nos dio el bellísimo testimonio de ver a esta penosa enfermedad como una parte de la historia personal de su relación con Dios, como una ocasión de unirse íntimamente a Jesucristo. Sin duda, mi amigo es un hombre de fuerte y admirable fe. En la consciente aceptación de su enfermedad, el nos reconfortó a todos también en nuestra fe.

La homilía duró más de una hora, pero fue muy amena, con risas y lágrimas, hablándonos de lo humano y lo divino. Parecía casi un discurso de despedida. Yo rezo y espero que no sea así, sino que el tratamiento del cáncer que sufre sea eficaz y pronto lo tengamos restablecido entre nosotros.

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