Acabo de ver “La nostra vita” (Italia,
2010, de Daniele Luchetti), una película que nos demuestra cómo el cine puede ser síntoma y diagnóstico de la
realidad en la que vivimos y nos hace ver las películas como un eficaz
instrumento de análisis de la sociedad en la que vivimos. (¡Como me gusta este
tipo de cine!). Y otra vez un director de cine italiano, heredero de una gran
tradición cinematográfica como es el neorrealismo, se acerca precisamente a la
vida, con una mirada llena sin duda de amor hacia la clase trabajadora.
El protagonista de “La
nostra vita” es Claudio, un
albañil que trabaja muy duramente y cuya felicidad familiar laboral y personal
sufre una debacle en una semana: pierde a su esposa en el parto de su tercer
hijo y tiene que encubrir la muerta accidental del vigilante de obras rumano. Ahora
la vida le presentará un montón de duras
pruebas donde se podrá probar si tiene madera de héroe.
El filme es una especie de parábola
en donde aparecemos todos retratados. Una historia tomada de la vida cotidiana
como tantas otras vidas anónimas focalizadas en los problemas a los que un
joven viudo con tres hijos que tiene que hacer frente a los problemas
cotidianos, obligado muchas veces actuar en contra de su conciencia y a dejarse
arrastrar precisamente por las corrientes de lo que él piensa que no es bueno
ni positivo. El instinto de la supervivencia, los engaños y fraudes en el
negocio inmobiliario, el trabajo clandestino, la economía sumergida y los
trapicheos de los empresas es la atmósfera en la que tiene que desenvolverse sólo
nuestro protagonista. Pese a este panorama tan negativo, el protagonista del
filme sabe salir de él gracias a la generosidad, solidaridad y al amor.
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