Ya sé que la palabra caridad con
frecuencia está desprestigiada o devaluada. En su nombre a veces se solapa la
justicia y en otros tiempos, invocándola, se han hecho muchos desmanes y abusos.
Nosotros queremos darle el significado propio que tiene la palabra. Caridad, que viene del griego “charis”, modo
de amar a los demás como Dios nos ama: sin condiciones, sin pedir nada a cambio, por puro amor
desinteresado. Exige justicia pero va más allá de lo que es justo, porque
reconocemos en el otro que está necesitado, al propio hermano.
Y así, caridad se convierte en
fraternidad, en hermandad.
Por eso, como algo simbólico y
significativo, las Hermandades de Semana
Santa de la parroquia de Los Ángeles, en el ofertorio de sus eucaristías,
ofrecen alimentos en especie para ayudar a los más desfavorecidos. Es sólo un signo, un símbolo, pero puede
recordarnos a todos la necesidad de que las cofradías sean fraternidades,
abiertas a las necesidades y penurias de los demás. Las primitivas cofradías nacieron
de ese modo.
En nuestra Parroquia hay muchas
hermandades que saben muy bien expresar este gesto de solidaridad. Hacen una
buena ofrenda al altar de alimentos no perecederos. Pero, -¡ay!, también hay que decirlo- algunas
se llaman a andana, o convierten esa ofrenda en un puro trámite.
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