De sopetón, una pregunta directa de Jesús: "Y vosotros, quién decís que soy yo?". Pedro le
contesta con toda una confesión de fe: "¡Tú Eres el Mesías, el Ungido de
Dios!". La pregunta también se dirige a mí: ¿qué significa Jesús para mi vida y mi existencia? ¿ Es
Jesús una idea, una teoría, un personaje histórico o alguien muy real que,
estando a mi lado, me ayuda y compromete mi vida hoy.
Y
Jesús manda silencio sobre condición divina. No quiere aparecer como alguien
extraordinario. La normalidad de su vida comprometida con los hombres es su
regla, es su identidad.
Les
habla de cosa duras, difíciles: "Cargar con la cruz, perder la vida".
No buscar sacrificios y dolores ajenos, (bastantes tiene la vida) sino
aceptarlos con coraje y enfrentarse a ellos. “Cargar con la cruz” significaría
también aceptarse a uno mismo tal como uno es, sobre todo con esas
imperfecciones y fallos que nos lastran. “Perder la vida” no es morirse, sino
dejar atrás esos valores y actitudes negativas que provocan que nos alejemos de
los hermanos, y por tanto, de Dios. Ganaremos entonces otra vida que es la
auténtica, la que nos hará felices, la que dará sentido a nuestra existencia
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