El Evangelio de este
domingo nos presenta una maravillosa escena con tres personajes: una mujer que
llora apesadumbrada por su pasado. Un fariseo incapaz de perdonar, sólo capaz
de condenar. Jesús que perdona, que abre
la puerta del futuro a una mujer que creía que ya no lo tenía.
La escena repite
también aquella otra historia en la que Jesús, para hablar del amor, del perdón,
del Padre Dios, no narra la parábola del hijo pródigo. La mujer pecadora es el
hijo pródigo que se encuentra con el perdón del padre (aquí Jesús), y ¡ay! , la
incomprensión e intolerancia del hermano mayor (Simón, el fariseo)
"En el pecado,
está la gracia", "en el pecado, está el perdón", "aunque
peques mucho, ama mucho, y encontrarás el perdón" son frases conocidas con
gran acierto: a veces sólo los grandes pecadores nos pueden explicar lo grande
que es el perdón de Dios. Jesús contando la parábola de los dos deudores a los
que se le perdona la deuda, nos vuelve a explicar de nuevo cómo es Dios, su
padre y nuestro padre.
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