El caso del "Obispo del Lujo" alemán que ha sido suspendido por el Papa Francisco, la reciente inauguración
de la “Capilla de la Sucesión Apostolica” (¡vaya nombrecito halagador de los
obispos españoles!) decorada por Marko
Ivan Rupnick en el edificio de la
Conferencia Episcopal son signos contra el testimonio de pobreza y sencillez
que debe dar nuestra Iglesia. El Papa nos está dando ejemplo.
La pobreza
severa, es decir, vivir con menos de 307 euros al mes, afecta ya a tres
millones de personas en España, el equivalente al 6,4% de la población. Son el
doble de las que estaban en esta situación antes del comienzo de la crisis en
2008, según revela el último informe del Observatorio de la Realidad Social que
elabora Cáritas Española, correspondiente a 2012.
¿Qué
hay que hacer? Pues compartir,
solidarizarse. Todo lo que se haga por ayudar a la gente pobre y luchar por un
mundo más justo estará bien hecho.
El otro día,
aquí en los Poblados Marítimos, se celebró un concierto de Zarzuela, humilde y
sencillo, para recaudar fondos para ayudar a que Cáritas ayude a los demás. No
sé cuánto se ha recaudado, pero todos aplaudimos esta iniciativa.
Por eso veo
en un periódico diocesano un anuncio que me desconcierta. Se trata de un
concierto que se va a celebrar en una parroquia del centro de la ciudad, para
rendir homenaje a Juan Pablo II. Creo que a Este Papa hoy no le hacen falta más
homenajes. Pero lo grave es que los fondos que se recaudan tienen otro fin:
hacer una estatua a Juan Pablo II. Que falta hace una escultura del Papa en
nuestra ciudad?
Y es que no
se enteran: miran para otro lado ante las tremendas necesidades sociales que
hay en la calle. Ciertos grupos e instituciones de nuestra iglesia de Valencia,
siguen mirándose el ombligo, siguen sin ver un palmo más allá de sus narices.
Y los
homenajes hay que hacerlos a los pobres, y las esculturas deben ser el cuidado
de los más humildes y necesitados. ¿O no? ¡Me duele mi Iglesia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario