Esta semana que está a punto de empezar,
comienza el Tiempo de Adviento uno de los ciclos más bonitos que tiene la
iglesia a lo largo de todo el año litúrgico. Adviento: de cara a la avenida del
Señor. Adviento: tiempo de preparación para la Navidad. Adviento: el tiempo de
la esperanza. Aviento: el tiempo de la virgen María embarazada. ¡Hay motivos
para estar gozosos y contentos!
Este año el Adviento tiene que ser algo
especial: el tiempo en que nos vamos a acordar de preparar el camino al Señor,
ayudando a los pobres y a los necesitados, viviendo en la humildad y sencillez
como que vivía María la preparación del nacimiento de su hijo.
Que el adviento no sea el tiempo de los
quebraderos de cabeza: preparando comidas, comprando regalos, programando fiestas
y haciendo mil cosas que no tienen nada que ver con el nacimiento de un Niño que
llenó de sentido nuestras vidas, que niños enseñó la grandeza de ser humanos, que
nos contagió el calor de la solidaridad, que nos dio la salvación.
Cuatro domingos de adviento: que sean como
cuatro luces que se encienden en nuestro corazón, para que, cuando llegue
Jesús, no encuentre nuestra casa a oscuras.
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