En
estos días empedrados de fiestas y eventos, con semanas laborales muy cortas
porque hay siempre algún que otro día festivo en medio de la semana, en nuestra
ciudad no faltan ofertas para pasar una buena tarde de ocio, como por ejemplo, la
que he vivido esta tarde, que he ido de feria en feria. Porque precisamente
ahora en Valencia hay instaladas dos ferias muy cercanas en el espacio, la una
a la otra, y también muy diferentes en su tema: la Feria del Libro y la Feria
de Abril de Valencia.
A
la primera, he acudido hacia las ocho de la tarde, cuando el sol de primavera
ya andaba bajo y perdía la fuerza que estos días cálidos tiene. En los Jardines
de los Viveros, instalada en varias calles, la Feria del Libro andaba muy
concurrida. En largas filas de puestos, las librerías más importantes de la
ciudad y provincia de Valencia exponían sus libros: novedades, best sellers y
también ediciones antiguas y libros de lujo. Los libreros, una de las
profesiones más bonitas del mundo, miraban al público que se acercaba a
curiosear u ojear algún libro con el ánimo de comprarlos. Precisamente en estos
años por causa de las nuevas tecnologías, la venta de éstos ha disminuido
tremendamente. Pese a tantos ingenios nuevos, no creo que el libro “clásico"
desaparezca. No he comprado esta tarde ningún libro puesto que ya lo hice el “Día
del Libro” pasado.
Después
de estar paseando entre libros casi una hora, me ido a otro espacio, a otro ámbito,
muy cercano cuatrocientos metros más allá, en el cauce viejo del río, a la
Feria de Abril pero en Valencia. Las llamadas Casas Regionales Andaluzas
organizan todos los años en el río, una especie de feria parecida a la que se
hace en Sevilla. Con más modestia, claro, pero también con la misma ilusión y alegría.
El panorama y el ambiente con respecto a lo anterior era distinto. Pero aquí también
se respiraba "la vida". Un gran ambiente en medio de las bombillas
encendidas y los farolillos de colores En las distintas casetas, los altavoces
a toda pastilla, sonaban sevillanas que en los “tablaos” hombres y mujeres
bailaban
gozosamente con más voluntad que arte. Corría la cerveza y el vino
fino, con las típicas tapas de las gambas de Huelva y las frituras de pescado propias de Andalucía
(tortitas de camarones, pescado en adobo…). Yo las he tomado en la siempre
concurridísima caseta de la Hermandad del Rocío de Valencia. Mucha marcha y
mucha alegría. Tiempo de fiesta, tiempo de primavera.
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