¡Vaya días, éstos, para ver la
televisión!
Un partido de fútbol, tratado
informativamente como si fuera el fin del mundo y la polémica entre dos
políticos, a cada cual, peor, por conseguir los votos de los ciudadanos,
acapara de un modo el tiempo de los informativos que se acerca al hartazgo a
los sufridos televidentes.
Mi televisor suele encenderse para
ver los telediarios; no suelo ver ningún programa más. Después, su pantalla
funciona con música clásica y cuando tengo tiempo, para ver películas.
Como se puede imaginar a mí el
fútbol ni fu ni fa; a lo más, me intereso sólo por los resultados finales. La
política sí que me interesa más, pero me causa un tedio total las peroratas de
los políticos españoles. Son patéticos sus discursos: en vez de proponer
soluciones y sugerir alternativas para ayudar a los ciudadanos, se dedican a
desdecir al adversario, a desvirtuar lo que el contrario ha dicho.
Así qué estoy planteádome muy
seriamente sí iré a votar o no el próximo domingo y en cuanto al fútbol,
seguramente, mientras mucho disfrutarán siguiendo con emociones de infarto, el
partido del siglo, yo me veré una buena película; por ejemplo, una de John
Ford.
¿Qué le voy a hacer? ¡Soy un raro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario