¡Ariel, Miguel,
Gabriel y Rafael, arcángeles, querubines y serafines, tronos, dominaciones, potestades
y todos los ángeles, criaturas perfectas creadas por Dios y que estáis contemplando
la belleza de la creatura aún más perfecta que vosotros, salida de las manos de
Dios y llena de gracia: María, la doncella de Nazaret, vuestra Reina!
Os pido que dejéis
de admirar la obra perfecta de Dios que es vuestra Reina y bajéis por un
momento a esta tierra nuestra que necesita urgentemente vuestra ayuda. Defended
a los débiles que son masacrados en tantas guerras inhumanas, acompañad a
tantos hombres y mujeres solitarios que sólo tienen el consuelo de sus
lágrimas, ayudad a tantas personas que huyen despavoridos de la crueldad del hambre
y la violencia, confundid los planes siniestros de los poderosos de la tierra
que buscan insaciablemente el poder y el lucro personal, desbaratad los
proyectos de los políticos atentos solamente a su prestigio y a sus ideologías
egoístas. Detened el brazo ejecutor de los terroristas que atentan contra la
vida humana, Sembrado de gracia y de alegría está estéril tierra desolada y
destruida por todos nosotros.
Y después de
hacerlo, volved, volved ángeles todos, junto a vuestra Reina y Señora para
mostrarle a ella con alborozo el resultado de todas vuestras intervenciones.
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