Ayer fue el día del DOMUND. Los más mayores recordaremos cómo
hace bastantes años salíamos aquel domingo
todos los críos con unas huchas de cerámica en forma de pequeños bustos
que presentaban personas de las cinco razas
del mundo. Todo hoy ha cambiado, incluso el concepto de raza. Convertir a “chinitos”
o “negritos” parece un anacronismo. Las misiones tenían un una aureola
romántica y aventurera que a los niños nos hacía soñar tierras lejanas,
aventuras en la selva, feroces salvajes.
Sabemos que la misión de la Iglesia no es predicar el evangelio
como si fuera una doctrina ni bautizar como objetivo final: es “convencer” través de la
promoción de la dignidad del ser humano Para que abra un camino para
anunciar a Jesús de Nazaret, el hombre bueno que dio su vida por los demás.
Y sorprendentemente, ahora puede ser al revés: que vengan desde fuera de las fronteras europeas a
evangelizar a esta escéptica Europa.
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