Había
más en laicos que curas. No se veía mucho entusiasmo, del que seguramente
aportaron más los seglares. Era la Asamblea para consultar el Proyecto
Diocesano de Pastoral que se celebró el sábado en la catedral, llena, pero no a
rebosar, que era lo que todos esperaban, pues siendo muchos los convocados, no
todos acudieron. A mí, estas reuniones multitudinarias no me van mucho y, la verdad, pienso que no habría hecho falta tantas
alforjas para tan corto viaje. Tal vez porque había algo de prisa (el curso ya está empezado) se ha hecho de
esta grandiosa manera eligiendo este procedimiento de urgencia. Pero el
proyecto definitivo podría haberse aprobado pasando por parroquias y
arciprestazgos para ser votado.
La
asamblea consistió en un discurso introductoria del Arzobispo con la presentación del Plan Pastoral,
introducción visual y oral de las propuestas y después, votación individual con un
dispositivo electrónico que nos permitía
decir sí, no o me abstengo. El resultado era el de esperar. Lo interesante de
este proyecto creo que ha sido más el proceso de elaboración y corrección de
propuestas y textos, que la misma ratificación. Ahora el Obispo es el que tiene
la última palabra. Llamar asamblea a esta reunión final es una palabra que sólo
suena muy bien. ¡Ay, la democracia!
Pese
a todo esto, que son cosas menores, el Proyecto Pastoral puede sentar muy bien
a la labor de muchas parroquias y centros de pastoral evangelizadora. También
hay que dar una nota bien alta a la organización que trabajó el encuentro, que
tuvo todo a punto y acertado siendo como había que manejar una multitud como la
que se juntó en la catedral.
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